¿LA FUERZA DE VOLUNTAD EXISTE O ES UNA ILUSIÓN?

La fuerza de voluntad

 

El concepto de «fuerza de voluntad» ha sido una creencia muy arraigada en la sociedad. Nos han enseñado que con suficiente determinación y mucho autocontrol, podemos superar cualquier obstáculo, cambiar hábitos y alcanzar nuestros objetivos. Y, sobre todo, nos ha calado hasta los huesos que si no conseguimos algo es nuestra culpa por no tener la suficiente fuerza de voluntad.

La fuerza de voluntad conlleva una lucha interna que implica suprimir impulsos, pensamientos y emociones. En la sociedad, la hemos considerado una de las mejores virtudes. Sin embargo, cada vez más expertos en psicología y neurociencia argumentan que la fuerza de voluntad, tal como la conocemos, no existe o no es suficiente, y que hay una gran diferencia entre voluntad y fuerza de voluntad.

El psiquiatra Judson Brewer, presenta argumentos sobre por qué la noción de la fuerza de voluntad es defectuosa. Brewer argumenta que la idea de la fuerza de voluntad se basa en la suposición de que existe un «yo» que tiene el control total sobre sus acciones y decisiones. Sin embargo, la investigación en neurociencia ha demostrado que nuestro cerebro es un sistema altamente complejo en el que múltiples factores influyen en nuestras elecciones y comportamientos.

Sugiere que la idea de la fuerza de voluntad se basa en una visión simplista de la mente humana y no tiene en cuenta los factores subyacentes que influyen en nuestras acciones. Argumenta que la autodisciplina y el cambio de hábitos son procesos mucho más complejos que simplemente «querer» hacer algo.

EL AUTOCONTROL ES LIMITADO

Uno de los principales argumentos que se plantean contra la idea de la fuerza de voluntad es su limitación. La creencia en la existencia de que es ilimitada y que siempre nos guiará hacia la toma de decisiones correctas es simplista. La psicología moderna ha demostrado que el autocontrol es un recurso mental agotable.

La teoría del autocontrol como recurso limitado indica que nuestro autocontrol se debilita a medida que lo utilizamos. Por ejemplo, si resistimos la tentación de comer algo que nos gusta durante el día, es probable que nuestra capacidad de mantener el autocontrol en otras áreas, como evitar procrastinar en el trabajo, se vea disminuida. Esta limitación del autocontrol pone en duda eso de que la idea de una «fuerza de voluntad» ilimitada puede ser invocada en cualquier momento, como por arte de magia.

Un informe de la Asociación Americana de Psicología (APA) titulado «La Psicología de la Voluntad», respalda esta idea. El informe sugiere que el autocontrol es un recurso limitado y que su agotamiento puede afectar negativamente la capacidad de una persona para tomar decisiones que requieren autodisciplina. Esto refuerza la idea de que la «fuerza de voluntad» no es una fuente infinita de poder.

En lugar de enfocarnos en la fuerza de voluntad, los expertos y expertas en psicología sugieren estrategias basadas en la gestión de los recursos de autodisciplina como, por ejemplo, la planificación, la creación de entornos que faciliten el cambio de hábitos y establecer metas realistas.

LA INFLUENCIA DE FACTORES EXTERNOS

La creencia en la «fuerza de voluntad» también tiende a pasar por alto la influencia de factores externos en nuestras decisiones y en el comportamiento. Por ejemplo, que la mayor parte de los alimentos que tenemos en nuestra despensa sean ultraprocesados, que no nos aportan los nutrientes que necesitamos, va a influir en nuestras elecciones a la hora de preparar una comida.

El entorno de trabajo, las amistades y familiares también pueden tener un impacto significativo en nuestras decisiones. Incluso, aunque tengamos una fuerte determinación, es difícil resistir constantemente aquellas cosas a las que llamamos “tentaciones”, cuando están presentes en nuestro entorno.

LA INFLUENCIA DE LA CIENCIA

La psicología y la neurociencia modernas han proporcionado evidencia convincente de que nuestras acciones y decisiones no son el resultado de una única fuerza de voluntad, sino de la interacción de múltiples procesos mentales y biológicos.

El estudio del cerebro ha revelado que nuestras decisiones y acciones están influenciadas por procesos cognitivos, emocionales y biológicos. Por ejemplo, el sistema de recompensa del cerebro desempeña un papel fundamental en la formación de hábitos y comportamientos.

Cuando realizamos una acción que nos produce placer, como comer algo que nos gusta, se activan circuitos de recompensa en el cerebro. A largo plazo, este proceso puede llevar a la formación de un hábito. Por eso, la «fuerza de voluntad» es insuficiente para contrarrestar estos mecanismos biológicos.

LA AUTOMATIZACIÓN DE HÁBITOS SALUDABLES

Otro enfoque que cuestiona la necesidad de la «fuerza de voluntad» se centra en la automatización de hábitos saludables. La investigación científica ha demostrado que la formación de hábitos saludables puede simplificar el proceso de toma de decisiones y reducir la necesidad de una autodisciplina constante.

Cuando convertimos comportamientos deseables en hábitos, realizamos estas acciones de manera casi automática. Esto disminuye la presión sobre la «fuerza de voluntad» porque ya no dependemos de una decisión consciente para llevar a cabo esas acciones. Por ejemplo, si deseamos incorporar el ejercicio a nuestra rutina diaria, establecer un horario específico y realizarlo de manera consistente, se acabará convirtiendo en un hábito. Con el tiempo y la repetición, nuestro cerebro asocia ese horario con el ejercicio, y hacerlo se convierte en algo natural, en lugar de una lucha constante contra la pereza o la resistencia.