En un mundo en constante evolución, marcado por el calentamiento global y sus impactos en el medio ambiente, la atención se centra cada vez más en la búsqueda de soluciones efectivas para mitigar los efectos del cambio climático. Entre estas soluciones, los bosques emergen como actores esenciales en la lucha contra este fenómeno global. Más allá de su belleza y biodiversidad, los bosques desempeñan un papel crucial en la absorción de carbono y la regulación climática, convirtiéndolos en una herramienta vital para preservar el equilibrio ecológico de nuestro planeta.
En el informe «Los Efectos de los Bosques sobre el Cambio Climático» elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), resalta la significativa relevancia y función de los bosques como una estrategia crucial en la reducción del cambio climático. A su vez, expone cómo la degradación forestal y la influencia humana en los recursos naturales son factores que acentúan la liberación de gases de efecto invernadero (GEI) y contribuyen al proceso de cambio climático.
Múltiples análisis y datos demuestran de manera clara y terrible el incremento de la temperatura global. Por ejemplo:
- La concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera alcanzó en 2018 su nivel más alto en tres millones de años.
- En tan solo 36 años, el deshielo del Ártico llevó a la pérdida de alrededor de 2,5 millones de kilómetros cuadrados de área.
- Entre los años 2014 y 2019, la tasa de aumento del nivel del mar se ha elevado a 5 mm al año.
LA CAPACIDAD DE LOS BOSQUES PARA ABSORBER CARBONO
El proceso fundamental de los bosques y su papel en la mitigación del cambio climático es su capacidad de absorber carbono de la atmósfera, a través del proceso de fotosíntesis. Las hojas de los árboles capturan dióxido de carbono (CO2) del aire y, utilizando la energía solar, lo convierten en glucosa y oxígeno. La glucosa es utilizada como fuente de energía para el crecimiento del árbol, mientras que el oxígeno es liberado nuevamente al ambiente. Este proceso no solo contribuye a mantener niveles saludables de oxígeno en la atmósfera, sino que también actúa como un depósito natural de carbono, ayudando a reducir la cantidad de CO2 que contribuye al efecto invernadero y, a su vez, al calentamiento global.
LOS BOSQUES COMO RESERVAS DE CARBONO
Además de su capacidad de absorción, los bosques también funcionan como reservas de carbono. El carbono almacenado en la biomasa forestal, como los troncos y las raíces de los árboles, actúa como un depósito que retiene grandes cantidades de carbono que de otro modo estarían presentes en la atmósfera como CO2. Cuando los bosques son destruidos, a menudo debido a la deforestación para la agricultura o la urbanización, este carbono almacenado es liberado nuevamente en la atmósfera, contribuyendo al cambio climático. Por lo tanto, la conservación y la gestión sostenible de los bosques son esenciales para mantener estas reservas de carbono intactas y funcionales.
DEFORESTACIÓN Y SU IMPACTO EN EL CAMBIO CLIMÁTICO
Sin embargo, la deforestación sigue siendo un desafío en la lucha contra el cambio climático. A medida que los bosques son talados para dar paso a la expansión agrícola, la urbanización y la extracción de recursos, el carbono almacenado en los árboles es liberado, aumentando la concentración de CO2 en la atmósfera y empeora el efecto invernadero. Además, la pérdida de hábitats forestales puede resultar en la disminución de la biodiversidad y la alteración de los patrones climáticos regionales. Por lo tanto, reducir la deforestación y promover la reforestación y restauración de áreas boscosas degradadas es esencial para contrarrestar los efectos del cambio climático.
LA CONSERVACIÓN DE LOS BOSQUES
La importancia de los bosques en la mitigación del cambio climático ha llevado a la implementación de programas de conservación y manejo sostenible en todo el mundo. Iniciativas como la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal (REDD+), se han desarrollado para proporcionar incentivos económicos a los países y comunidades que trabajan para reducir sus tasas de deforestación y mejorar la gestión forestal. Estos programas no solo ayudan a preservar los depósitos de carbono naturales, sino que también contribuyen al bienestar de las comunidades locales y la biodiversidad.
Hasta hace poco, los esfuerzos se enfocaban en intentar reducir las emisiones de CO2. No obstante, varios informes y datos proporcionados por la comunidad científica han subrayado la necesidad de ampliar nuestras acciones para impulsar políticas de adaptación y mitigación frente al cambio climático. Estas políticas nos ayudarán a minimizar los impactos de este fenómeno, cuyas consecuencias estamos experimentando en todo el planeta.
Estas dos posibles soluciones, mitigación y adaptación, son piezas complementarias con el fin de abordar el cambio climático. Aunque cada una se centra en desafíos distintos, convergen en un objetivo final común. ¿Pero qué diferencias hay entre estas estrategias cuando se aplican al sector forestal?
ESTRATEGIAS DE MITIGACIÓN
Estas estrategias tienen como propósito reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero hacia la atmósfera, los cuales en última instancia alimentan el cambio climático generado por el ser humano. Entre estas acciones se incluye la disminución de las emisiones causadas por la deforestación y la degradación de los bosques; la mejora de la capacidad de los bosques como sumideros principales de carbono; o incluso un cambio en los métodos de producción para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
ESTRATEGIAS DE ADAPTACIÓN
Estas intervenciones están diseñadas para reducir la vulnerabilidad de los bosques y de las poblaciones que dependen de ellos ante el cambio climático. Estas acciones abarcan desde la restauración y reforestación de paisajes boscosos; investigaciones y desarrollos sobre posibles desastres, patrones de temperatura, etc., hasta medidas de prevención y precaución, como la elaboración de planes de evacuación y cuestiones de salud.
A pesar de sus diferencias, es esencial reconocer que mitigación y adaptación son estrategias que se complementan mutuamente. Sin la mitigación, nuestra capacidad para adaptarnos se verá rápidamente superada. Además, una adaptación que no tenga en cuenta las emisiones de gases de efecto invernadero carecería de sentido, ya que estaría yendo en contra de los objetivos que nos esforzamos por lograr. Adoptar ambas estrategias de manera equilibrada es fundamental para afrontar eficazmente los desafíos del cambio climático y salvaguardar nuestro planeta para las generaciones futuras.